En aquel patio
cubierto por la
sombra de los almendros,
se sentía la brisa que llegaba
del mar,
susurrante como los caracoles
recogidos en la playa
Hoy se sienta en su
hamaca
taciturno
columpiándose
como niño
Aquel que dejó atrás,
el día que decidió
que como marinero
no viviría en tierra firme
Y que al ritmo de las olas
bailaría el son
que la vida le permitiera.
2 comentarios:
¡qué precioso texto!
en el fondo es lo que uno siempre deseó llegar a la mar, y que las olas fueran su ritmo.
precioso
Un patio lleno de recuerdos. Hermoso poema, amiga. Abrazos.
Publicar un comentario